El pasado martes 5 de octubre nos invitaron a un encuentro en el Colegio Mayor Universitario Loyola de Madrid con un grupo de residentes de dicho centro; una casa que nos trata muy bien desde hace tiempo.

En un ambiente agradable y con un grupo de personas no muy numeroso pero si especialmente abierto a lo que les fuimos a contar, estuvimos charlando y compartiendo experiencias sobre lo que significa nuestro proyecto de El Olivar. Además de explicar en que consiste nuestro trabajo y como lo organizamos, tuvimos la oportunidad de escuchar las intervenciones de Ibrahim y Esteban, dos de las personas que actualmente residen en casa.

Resultó tremendamente instructivo, para nosotrxs como miembros del proyecto y para el auditorio, que mostró un escrupuloso respeto hacia los relatos emocionantes y desgarradores de nuestros chicos.

Fue una experiencia muy enriquecedora ver como han sido capaces de interiorizar sus historias personales y de convertirlas no solo en un impulso positivo de cara a sus propias vidas, sino comprobar como esas mismas historias podían causar un efecto esclarecedor en quienes las escuchábamos.

¡Qué poco sabemos de las personas sin hogar! ¡Cuántos tópicos instalados entre la ciudadanía sobre lo que es una persona sin hogar! Se torna muy necesario ir desmontándolos, extender entre los vecinos y vecinas de nuestros barrios, de nuestras ciudades y pueblos, la conciencia de que una persona que vive en la calle no es una persona sin derechos; que detrás de sus rostros, muchas veces ajados por el dolor y la soledad, se esconden seres humanos que ansían casi siempre lo mismo que nosotrxs, empezando por tener una casa, un hogar, algo que debiera de ser un derecho, hoy por desgracia pisoteado.

Experiencias como la de la Fundación Rais, la idea de garantizar por encima de todo lo demás y como primer recurso de inserción la vivienda, está resultando muy alentadora para demostrar que sí se puede recuperar la dignidad de aquellas personas que viven en nuestras calles y plazas. Tenemos que adoptar posturas que ayuden a la erradicación de la exclusión social y de la especulación consiente que haya miles de viviendas vacías. Lo primero, las personas; lo primero, sus derechos.